publicación Online
 
 
el periodico de saltillo
Agosto 2016
Edición No. 330


¿Quién le cree al presidente?

Jesús M. Moreno Mejía.

Es difícil opinar de religión y de política, pues no todos tenemos la misma manera de pensar, y es muy respetable lo que cada quien crea o deje de creer, pero estimo que la mayoría de los mexicanos primero admitirían creer en Dios, incluyendo a los ateos, que darle crédito al perdón solicitado a los mexicanos por el presidente Enrique Peña Nieto “por el error cometido en torno a la Casa Blanca”.

El filósofo y literato francés, Jean Paul Sartre, representante del existencialismo ateo, afirmó: “El hombre está condenado a ser libre, porque una vez que está en el mundo es responsable de lo que hace”, y ciertamente, todos somos libres de escoger entre hacer el bien o actuar de mala manera (por el libre albedrío que poseemos), pero también estamos obligados a ser responsables de nuestros actos.

¿Podemos creer en el perdón que nos pide un político? Sobre todo cuando se ve acorralado ante tanto error que ha cometido en perjuicio de la ciudadanía. ¡Ni siquiera se lo creyeron los que le aplaudieron a EPN en su mensaje transmitido por la radio y TV!

Acabo de leer en la internet un “post o meme” ad hoc a lo aquí tratado, y a pesar de ser una broma (parecida al perdón de EPN) ejemplifica que no es posible admitir el perdón solicitado por el presidente: Un agente de tránsito detiene a un conductor que ha cometido una infracción y éste le pide exhiba sus documentos, a lo que el individuo señala que no tiene licencia de manejo, ni tarjeta de circulación, ni factura ni placas de su vehículo, pero pide perdón por la falta cometida y, así como lo hizo Peña Nieto, considera que con ello es suficiente para poder retirarse.

Solicitando perdón por el “error” de mentir en torno a la operación de compra de la Casa Blanca, no lo exonera del sinnúmero de fallas cometidas a lo largo de cuatro años como Presidente y tampoco elimina la posibilidad de tener otro bien inmueble similar, adquirido de igual manera en otro lugar, pues ya lo tiene en el Estado de México.

También deben considerarse “errores” (léase horrores) de EPN: la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa; los muertos de Tlatlaya, Tanhuato, Apatzingán, Nochixtlán, etc., que se encuentran sin resultados en cuanto a la investigación judicial e impartición de justicia, a pesar de los años transcurridos; las fallidas y cacareadas Reformas Estructurales (Energética, Hacendaria, Financiera, Laboral, Educativa, Transparencia, Competencia Económica, etc.), así como un extenso etcétera de otras pifias.

Incluso, se le atribuyen al Ejecutivo la pérdida reciente de siete gubernaturas que esperaba ganar su partido (PRI), pues tuvo que haber dado el visto bueno, o recomendar, a los candidatos perdedores, pero lógico es que él no admite ser el culpable, sino Manlio Fabio Beltrones, presidente del Revolucionario Institucional, quien renunció para dejar el campo libre a un tecnócrata, Enrique Ochoa Reza, quien llegó a negar, hace algunos años, pertenecer al partido tricolor.

Se considera en los corrillos partidistas que en México pedir perdón es cosa de tontos o de políticos débiles, y por lo tanto hay quienes comentan que fue un error que EPN haya recurrido a esa solicitud de manera pública. ¿Significa que el presidente merece ese tipo de calificativos, no obstante haber recibido una fuerte ovación cuando pidió perdón?

En realidad, los políticos aplaudidores no son tontos y celebran todo lo que diga el poderoso, aun no estando de acuerdo. La chamba está de por medio. También pidieron perdón los presidentes José López Portillo y Felipe Calderón; el primero por no sacar a los pobres de la miseria, y el segundo a los padres de los desaparecidos durante su sexenio, cuyo número ha ido en aumento.

Pero lo extraordinario ocurre cuando un alto representante del clero, el obispo de la Diócesis de Torreón, José Guadalupe Galván Galindo, afirma que al pedir perdón el Presidente de la República a la ciudadanía significa “un gesto de humildad”.

Esto último lo estoy leyendo en un periódico de mi ciudad y me deja con un palmo en las narices: “Es un acto muy meritorio por parte del presidente y un buen testimonio para todos los mexicanos… Muchos tenemos que pedir perdón y no lo hacemos, por eso es de reconocer esta acción”. ¿Esta acción estará justificando otros “errores” de EPN?

Sin entrar en materia religiosa, sino de mera interpretación: El que perdona, olvida. Sin embargo, priva la idea en la sociedad que perdonar no implica olvidar el hecho, y esto es precisamente lo que hace una gran mayoría de mexicanos, no olvidar un sinnúmero de agravios del gobierno de Peña Nieto en contra de la sociedad.

Arrinconado por el “mal humor social”, según califica el Presidente las protestas e inconformidades manifiestas de la ciudadanía, decidió pedir perdón públicamente por el “error” cometido al “comprar” la Casa Blanca durante su mandato, pero asegurando no incurrir en algo ilegal. ¡Absurdo! Pues primero le pidió a su esposa, Angélica Rivera, que dijera que el inmueble fue adquirido por ella con recursos otorgados por la empresa Televisa, a la cual prestó sus servicios por varios años.

Desde que fue descubierta la propiedad en referencia a favor de Angélica y Peña Nieto, fue montado un escenario que resulta increíble concebir, incluyendo el nombrar a Virgilio Andrade, amigo del Presidente, titular de la Secretaría de la Función Pública, quien exculpó a EPN de una maniobra para adquirir la Casa Blanca, y quien ahora renuncia con un “aquí no pasó nada” o un simple “Borrón y cuenta nueva”.

Pero bueno, lo importante es no permanecer callado y continuar reclamando o protestando por todo aquello que la autoridad decide unilateral- mente por nosotros y en contra de nuestros intereses. ¿O usted que opina?

¡Hasta la próxima!

 
© 2014 El Periódico de Saltillo contacto@elperiodicodesaltillo.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
carton noviembre 09 Noviembre 09 Rufino